El cuarto álbum de Mecano, Entre el cielo y el suelo, nos dejó para el recuerdo canciones míticas. Cruz de Navajas o Hijo de la Luna fueron algunas de las que más sonaron por aquel entonces. La banda ya había alcanzado la gloria después de una clara evolución gracias, en gran parte, a su capacidad para fusionar letras con mucho significado y ritmos y sonidos totalmente rompedores. Buena prueba de ello la tenemos en No es serio este cementerio, una canción que parecería pensada para Halloween si no fuera porque se publicó en 1986. Por aquel entonces, esta festividad tan americana todavía no había desembarcado en nuestro país.
Una vez más, el grupo compuesto por Ana Torroja y los hermanos José María y Nacho Cano volvía a demostrar que no se les resistía ningún tipo de tema. En la década de los 80 eran capaces de tratar cuestiones controvertidas con un estilo propio. Y en esta ocasión no encontraron una manera mejor de abordar la muerte que con esta canción, que aunque no adquirió la popularidad de otras, también se encuentra en el repertorio de los grandes éxitos de Mecano.
No es serio este cementerio nos deja una “marcha fúnebre”, que poco tiene que ver con los códigos a los que éstas nos tienen acostumbrados. No se caracteriza por contar con un ritmo lento ni por ir envuelta en tristeza. Nadie mejor que Mecano para romper con todo esto. Ironizan por completo sobre la muerte, incorporando coros y mucho más ritmo del que esperaríamos. La letra también se deja arrastrar por el humor negro y, como ya adelanta el título de la canción, presenta el cementerio como el sitio perfecto para pasarlo en grande.
“Y los muertos aquí lo pasamos muy bien. Entre flores de colores. Y los viernes y tal, si en la fosa no hay plan. Nos vestimos y salimos”, reza una de las estrofas de la melodía. Sin lugar a dudas, un tema perfecto para este Halloween.
Sorprende un verso en latín cantado por Ana Torroja en la última parte del mismo. ‘Finis gloriæ mvndi homini’, que traducido al castellano significa que “el final de la gloria para el hombre”. Aunque José María Cano, que fue el que compuso el tema nunca lo aclaró, es más que probable que esto guardara algún tipo de vínculo con el cuadro del pintor cordobés del barroco español, Juan de Valdés Leal, que llevaba el mismo nombre. Dicha obra se puede contemplar en la iglesia del hospital de la Santa Caridad de Sevilla. El mayor de los hermanos Cano siempre fue un artista apasionado y gran coleccionista, por lo que no sería descabellado pensar que se inspiró en este lienzo.
En el cuadro se plantea, entre otras cosas, el tópico de lo breve que es la vida y los peligros de la vanidad. También se contempla la idea del equilibrio y la capacidad de hallar un punto medio en la balanza en el momento de llegar el final.
No nos quedará más remedio que hacer nuestras propias interpretaciones respecto al tema y asumir que se trata de una alusión a lo corta que es la vida terrenal y todas las banalidades que la rodean. Al fin y al cabo, consiguen el propósito que se habían marcado, que era dar una visión totalmente distinta de la muerte y parodiar con ella, ofreciendo una versión más cómica a todo lo tétrico que rodea a los camposantos.
Esta canción también presenta connotaciones religiosas, ya que menciona al principio a los 12 apóstoles, a la Misa Luba o al juicio final (muerte). Pero lo realmente llamativo de este trabajo, que parece pensado especialmente para Halloween, son las aportaciones de humor negro, que es lo que lo hace distinto. La letra de esta canción adquiere más fuerza con el videoclip, que está grabado en un desguace y donde los tres miembros de Mecano parecen pasárselo en grande.
Un álbum que rompió con lo anterior
Entre el cielo y el suelo fue el cuarto álbum de estudio de la formación madrileña que salió al mercado en junio de 1986 y sirvió para marcar un antes y un después en su carrera artística. Después de romper con la discográfica CBS era el primer trabajo que hacían con BMG y les permitió alcanzar una cierta etapa de madurez creativa y técnica que les acercaría al mercado internacional.
Sirvió en gran medida para que José María Cano se pudiera reivindicar como compositor. La gran mayoría de temas llevaban el sello de su hermano, pero consiguió dejar también para el recuerdo algunos de los grandes éxitos de Mecano, entre los que se encuentra No es serio este cementerio. El nombre del disco se toma del primer verso de la canción Me cuesta tanto olvidarte y solo en nuestro país vendió más de un millón de ejemplares.